Cascada caudalosa y mágica

Dettifoss, en Islandia, es una de las cataratas con más volumen de agua, con hasta 500 metros cúbicos por segundo.

La cascada de Dettifoss, en Islandia, es la más caudalosa de Europa: hasta 500 metros cúbicos por segundo. (Giovanni Simeone)

Esta situada en el Parque Nacional Jökulsárgljúfur, al noreste de Islandia no lejos de Mývatn. Sus aguas provienen del río Jökulsá á Fjöllum, que nace en el glaciar Vatnajökull y recoge agua de una amplia cuenca.

Está considerada la cascada más caudalosa de Europa, con unos caudales medio y máximo registrado de 200 y 500 m³ por segundo, respectivamente, dependiendo de la estación y del deshielo glaciar. Tiene 100 metros de ancho y una caída de 44 metroshasta el cañón Jökulsárgljúfur.

Las fotos de viajeros de National Geographic

Un monje volador, el deshielo en la montaña y una mosca sobre una culebra colombiana son algunos de los momentos captados por los fotógrafos que concursan para el premio anual de National Geographic.

Esta fotografía fue tomada en España por Andrés Miguel Domínguez. Se llama "Deshielo en las montañas".

Cada año, fotógrafos de todo el mundo compiten por los premios. En esta imagen, Danilo Dungo muestra a dos mujeres preparándose para la tradicional fiesta japonesa de Seijin no Hi (Cumpliendo la mayoría de edad).

El concurso cumple 25 años y hay cuatro categorías: retratos de viaje, exteriores, lugares y momentos espontáneos. Este reflejo en la Gran Mezquita Sheikh Zayed fue tomado por Dhafer Al shehri.

Al pie del volcán Bromo en la isla de Java está el Templo Hinduista Pura Luhur Poten. La foto fue captada por Tim Jenka.

Este zorro de fénec que desafía al viento fue fotografiado por Francisco Mingorance. Los zorros de fénec viven en el norte de África, de Marruecos a Egipto, del sur al norte de Níger y Sudán, al oriente en la península del Sinaí y en Kuwait.

Robin Moore logró captar un inusual momento cuando una mosca se posó en la cabeza de una culebra arbórea en el Choco de Colombia.

En 2011, los volcanes de la cadena Puyehue-Cordon-Caulle hicieron erupción lanzando columnas de ceniza y piedra de hasta 5km. Fue un espectáculo de luces extraordinario que captó Francisco Negroni.

Christian Roth regresaba de un viaje a la Gran Barrera de Coral cuando la velocidad del viento se redujo a cero y el océano se convirtió en un espejo. Fue el momento perfecto para esta foto.

Los monjes comienzan sus estudios en el monasterio muy jóvenes. Este monje energético decidió "volar" cuando Bonnie Stewart lo fotografió.

Una procesión religiosa en Cádiz, España, fue captada por Evgeny Syrgutsky. La competencia está abierta hasta el 30 de junio. Los ganadores serán anunciados en julio.
Fuente: BBC

Los secretos de los gigantes de la Edad del Hielo

Hace 80.000 años, la Tierra comenzó a enfriarse en lo que supuso el inicio de la última Edad del Hielo.

Felino de dientes de sable.
Los científicos están descubriendo los secretos de las bestias gigantes de la Edaddel Hielo rebuscando en la tierra que se recolectó en las excavaciones de la construcción de un estacionamiento en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles.

En 2006, después de que unos obreros encontraron el esqueleto casi completo de un mamut lanudo, se construyeron cajas de madera en torno a los depósitos de tierra.

Así se salvaguardaron los restos para entregárselos a los científicos del cercano Museo Page.

Laura Tewksbury lleva un año trabajando en las excavaciones.
Los 23 cráteres, cada uno con su propio paleontólogo residente, y 327 cubos de material fósil están brindando descubrimientos cruciales. Se espera que el trabajo tardará años en completarse.

Más de tres millones de fósiles prehistóricos de 600 especies han sido encontrados en las canteras de brea de California, cuya tierra milenaria preserva restos de las criaturas.

En el apogeo de la Edad del Hielo, la mitad de Norteamérica estaba cubierta por una enorme capa de hielo, pero las tierras del sur se hicieron más ricas que nunca antes. Conozca a las bestias gigantes que la habitaban:

FELINO DE DIENTES DE SABLE

Pese a la notoriedad de los colmillos de 18 centímetros del felino de dientes de sable, puede ser que en realidad fueran sus musculosas extremidades inferiores y sus grandes garras las que lo hacían más mortífero.

Los largos y finos dientes del infame depredador eran sorprendentemente vulnerables y podían quebrarse al quedarse atrapados en los tendones o huesos de sus víctimas.

Eso le forzó a desarrollar una técnica de caza única.

Los dientes de este felino eran más vulnerables de lo que aparentaban.
Los grandes felinos modernos de África, como los leones, suelen matar a sus víctimas mediante el sofoco, asfixiándolos o rompiéndoles la tráquea. Sus dientes apenas rompen la piel.

Pero su predecesor de la Edad de Hielo mataba clavando sus dientes y mordiendo después de haber inmovilizado a sus víctimas con sus poderosas garras y extremidades.

Blaire Van Valkenburgh, de la Universidad de California, descubrió que el felino de dientes de sable tenía un enorme hueso temporal que unía a la mandíbula con el cráneo y le permitía abrir su boca el doble que el león y morder con mucha fuerza la garganta de su víctima.

"Después se echaban para atrás y podían sacar grandes cantidades de carne", explica la científica.

"Probablemente el animal se desangraba en cuestión de minutos", añade.

El felino de dientes de sable prosperó en América del Norteen la Edad del Hielo. Se han encontrado varios especímenes en lo que hoy es Los Ángeles.

PEREZOSO DE SHASTA

Los científicos han utilizado el estiércol perfectamente conservado del perezoso gigante de Shasta para rastrear sus movimientos por la tierra desértica del Gran Cañón.

El perezoso de Shasta habitaba el Gran Cañón en la Edad del Hielo.
En las cavernas que le servían de guarida a estos animales en lo alto del cañón, todavía se pueden encontrar enormes montones de residuos, gracias a que el clima en esos lugares es demasiado seco para que se descompongan.

El estiércol revela cómo estos animales de más de 220 kilos de peso sobrevivieron en arduas condiciones, masticando plantas duras que otras criaturas no habrían podido digerir.

Sus primos modernos, los perezosos de árbol de América del Sur vive de manera similar. Comen hojas duras y tóxicas que les toma semanas digerir y le proporciona poca energía, lo que le conduce al estilo de vida lento por el que es conocido.

Además de ser tan grande como un oso grizzly (una especie de oso pardo que vive actualmente en Norteamérica), el perezoso terrestre tenía largas garras para ahuyentar a los depredadores que eran tan formidables como las del felino de dientes de sable.

Los científicos analizaron las capas de estiércol para explicar la desaparición del perezoso terrestre.

Los últimos rastros de sus excrementos provienen del apogeo de la última Edad de Hielo, hace 16.000 años. En ese entonces, las condiciones se tornaron demasiado frías y demasiado secas para que sus plantas favoritas pudieran crecer y su metabolismo lento hizo que le quedara muy difícil mantener el calor.

GLIPTODONTE

Del tamaño de un auto pequeño y equipado con un caparazón óseo enorme, una cola acorazada y un tronco, el gliptodonte es para la profesora Alice Roberts "de lejos, el mamífero más extraño" que ha visto en su vida.

El gliptodonte podía nadar y comía plantas acuáticas.
Pero además de ser un espectáculo para los investigadores, proporciona datos sobre la vida en aquellas partes del mundo que no eran secas y frías durante la Edadde Hielo.

Grandes áreas de Arizona, donde el gliptodonte vagaba, estaban cubiertas de pantanos y ríos.

En los últimos 2,5 millones de años, ha habido cerca de 20 períodos glaciales y la proliferación del gliptodonte reflejaba el impacto del avance de la capa de hielo en el resto del mundo.

Los pantanos se expandían cada vez que la capa de hielo crecía, lo que llevaba a un aumento en el número de gliptodontes, los que morían conforme el hielo se empezaba a retirar.

Los científicos creen que una placa de hielo de más de tres kilómetros de alto en América del Norte actuaba como una cadena montañosa que empujaba vientos húmedos a través del desierto creando un pantano fértil.

MAMUT DE COLUMBIA

El mamut de Columbia o mamut colombino era el mayor de todos los gigantes de la Edadde Hielo.

Los mamuts dejaron sus huellas en la actual San Francisco.
Con una altura de 4,27 metros, se habría erguido como una torre sobre el elefante moderno, y se alzaba más de un metro más alto que el mamut lanudo.

Consumía hasta dos toneladas de hierba a la semana, por lo que cuando el hielo reemplazaba al agua de mar, el mamut colombino vagaba en busca de la vegetación.

El nivel del mar global en la Edad del Hielo era unos 120 metros más bajo que el actual.

Grandes rocas costeras al norte de San Francisco le han proporcionado a los científicos pistas vitales acerca de los movimientos del mamut.

Las rocas se desgastaron hasta tener un acabado liso, pulido y con parches que alcanzan varios metros de altura.

Los científicos creen que los mamuts utilizaban las piedras para exfoliar la piel y deshacerse de los parásitos, por lo que dejaron un rastro de su viaje por el mundo en la Edad de Hielo.

Fuente: BBC

El calentamiento global también puede diezmar a los microbios

Foto: WIKIMEDIA COMMONS
Investigadores de la Universidad del Estado de Arizona, en Estados Unidos, han descubierto por primera vez que la temperatura determina dónde pueden prosperar los microbios claves del suelo, es decir, los microbios que son fundamentales para la formación de costras de tierra vegetal en las tierras áridas.

Estos expertos predicen en un artículo que publica la revista Science que en tan sólo 50 años, el calentamiento globalpuede impulsar algunos de estos microbios fuera de su bastión hacia desiertos más fríos de Estados Unidos, con consecuencias desconocidas para la fertilidad del suelo y la erosión.

Un equipo de investigación internacional liderado por Ferrán García-Pichel, microbiólogo y profesor de la Facultad de Ciencias de la Vida de la ASU, realizó análisis a escala continental de las comunidades microbianas que viven en las cortezas del suelo, recogiendo muestras de corteza desde Oregón a Nuevo México y Utah a Californiay estudiándolas mediante la secuenciación de su ADN microbiano.

Aunque hay miles de especies de microbios en una sola pizca de corteza, dos cianobacterias, bacterias capaces de hacer la fotosíntesis, resultaron ser las más comunes, por lo que sin cianobacterias, no podrían existir otros microbios en la corteza terrestre, ya que cualquier otra especie depende de ellas para su alimentación y la energía. "Queríamos saber qué microbios están en la corteza y si se muestran los patrones de distribución geográfica a escala continental", dijo García-Pichel, también decano de Ciencias Naturales en el Colegio de Artes Liberales y Ciencias de la ASU.

"Para nuestra sorpresa, cuando nos pareció una cianobacteria dominante, encontramos que dos habían dividido ordenadamente el territorio entre ellos mismos. Estamos acostumbrados a pensar que uno, llamado Microcoleus vaginatus, es el más importante y dominante, pero ahora sabemos que Microcoleus steenstrupii, el otro, es igual de importante, sobre todo en los climas más cálidos", añadió.

Aunque que los dos se parecen mucho, M. steenstrupii y M. vaginatus ni siquiera están estrechamente relacionados, pero han evolucionado a parecer iguales, ya que su forma y comportamiento ayudan a estabilizar el suelo y forman costras del suelo, que son cruciales para la salud ecológica de las tierras áridas, ya que protegen el suelo de la erosión y contribuyen a la fertilidad de la tierra mediante la fijación de carbono y nitrógeno en el suelo y por la extracción de otros nutrientes del polvo atrapado.

Después de considerar los datos sobre los tipos de suelo y de la química, la lluvia, el clima y la temperatura, los investigadores utilizaron un modelo matemático que muestra que la temperatura explica mejor la separación geográfica de los dos microbios. Si bien ambos se encuentran en toda la zona estudiada, M. vaginatus domina las costras en los desiertos fríos y M. steenstrupii son más frecuentes en los desiertos del sur.

"Pero esto era sólo una correlación -explicó García-Pichel-. Para probar el papel que juega la temperatura, probamos formas cultivadas de los microbios y confirmamos que realmente ésta marca la diferencia: la temperatura es lo que los mantiene separados. Lo relevante ahora es que la temperatura no es estable debido al calentamiento global". En el suroeste de Estados Unidos, donde se realizó el estudio, los modelos climáticos predicen cerca de un grado de calentamiento por década.

LA CIANOBACTERIA SE MOVERÁ HACIA TIERRAS MÁS FRÍAS

"Mediante el uso de nuestros datos con los modelos climáticos actuales, podemos predecir que en 50 años, la cianobacteria que va mejor en temperaturas más cálidas se moverá hacia el frío de nuestro mapa. M. steenstrupii podía dominar por completo las cortezas en toda nuestra área de estudio para entonces. Desafortunadamente, simplemente no sabemos mucho acerca de este microbio o qué va a pasar con el ecosistema en ausencia de M. vaginatus", añadió García-Pichel.

En caso de que los microbios realicen cambios en su distribución debido a las temperaturas crecientes, los científicos no saben qué efecto tendrá sobre la fertilidad del suelo y la erosión. Estos microbiostienen cientos de millones de años de antigüedad y se pueden encontrar en muchos lugares alrededor del mundo.

García-Pichel cree que el patrón de segregación por temperatura detectado en Estados Unidos es probable que sea similar en todo el mundo, y que no será fácil para M. vaginatus evolucionar con la suficiente rapidez para tolerar temperaturas más altas. Por ello, su equipo pide a los investigadores del clima que incluyan el estudio de los microbios cuando se analiza el calentamiento global.

"Nuestro estudio es relevante más allá de la ecología del desierto. Es un ejemplo de que las distribuciones microbianas y la compartimentación de sus hábitats pueden verse afectados por el cambio global, algo que hemos sabido por mucho tiempo para las plantas y los animales", concluye García-Pichel.

Fuente: Europa Press

Polémica por la caza de ballenas en la Antártida

Miembros de una flota de barcos balleneros miden el perímetro de un cachalote. Regresaron a Japón tras la caza de 158 ballenas. (AP)
Australiay Japón, dos países con estrechos lazos comerciales, se enfrentan desde el martes ante el Tribunal Internacional de Justicia de la ONU (TIJ) por culpa de la pesca de ballenas en la Antártida

Canberra, que demandó en 2010 a Tokio por encubrir con argumentos científicos la venta de carne de cetáceo, pide ahora a los jueces que acaben con dicha práctica. Tokio, de su lado, asegura que sus incursiones en aguas oceánicas del Polo Sur -saldadas con un millar de capturas anuales- responden a fines científicos. Son, por tanto, legales en virtud del artículo VIII de la Convención Internacional de 1946 que regula la caza y comercio de cetáceos para la investigación. El consumo posterior responde, según asegura, al aprovechamiento de los subproductos balleneros exigido por la Convención.

“Diferimos en un solo extremo, la caza de ballenas, para la que pedimos una definición exacta de lo que constituye un interés científico. Japón ejerce una actividad comercial enmascarada, pero atesoramos nuestra buena sintonía y esta es la mejor manera de resolver diferencias entre dos países amigos”, aseguró la delegación australiana durante la apertura de la vista oral del caso. 

A continuación, sus asesores legales, Bill Campbell y Justin Gleeson, señalaron que “no es preciso matar ballenas para estudiarlas; hay programas estadísticos y otros métodos no letales para ello”, dijo Campbell. “Incluso una caza periódica debería ser evaluada para evitar que repercuta en la población de cetáceos”. Es decir, Japón no busca un equilibrio entre comercio y conservación.

Australiay Japón pertenecen a la Comisión Ballenera Internacional (CBI), surgida de la Convención Internacional misma. De la regulación inicial de la caza y el comercio de hace seis décadas, se pasó a la conservación, animada por la presión popular. En 1972, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano aprobó en Estocolmo una propuesta de aplazar durante una década las capturas comerciales. Así podría recuperarse la población de cetáceos amenazados de extinción. Aunque la moratoria entró en vigor en la temporada 1985-86, según datos de la Comisión, unos 1.600 ejemplares son cazados al año. En conjunto, más de 33.000 cetáceos han perecido en el mundo desde entonces a manos de los arpones balleneros. Sí se permite la caza de subsistencia por parte de grupos aborígenes.

Entre 2008 y 2009, Japón capturó 1.004 piezas (en particular rorcuales aliblancos), 681 en aguas de la Antártida. El bloqueo de sus barcos balleneros en alta mar por parte de organizaciones conservacionistas como Sea Shepherd, ha contribuido a que la temporada de caza se acorte. Si bien la carne continúa en los menús nipones, la demanda ha caído en picado: en 1962 había 230.000 toneladas almacenadas; en 2009 eran 4.200 toneladas. Noruega e Islandia, que no participan en este diferendo, también promueven la caza controlada para usos comerciales.

La fase oral del caso, a la que se sumará Nueva Zelanda a favor de la tesis australiana, concluirá el próximo 16 de julio. La decisión del TIJ puede tardar meses en tomarse, pero es vinculante y se espera que contribuya a sentar las bases jurídicas para regular de una vez la caza mundial de ballenas.

Fuente: El País 

Paisajes del sur de Chile

Preparate para recorrer una gran diversidad de paisajes, climas y ecosistemas: montañas, fiordos, canales e islas.


Parque Nacional Torres del Paine. En otra época era el destino de unos pocos valientes montañistas, actualmente recibe más de 100.000 visitantes al año. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Torres del Paine. Los picos de este Parque brillan en la primera luz del amanecer en esta composición de dos imágenes. Aquí el tiempo pasa tan suave como el agua nevada. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Torres del Paine. Un zorro patagónico atrae la atención de los visitantes. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Torres del Paine. Un bosque de belleza intrincada crece en las faldas del Cerro Ferrier. Un liquen comúnmente llamado "barba de un viejo" coloniza los troncos de los árboles de lenga. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Torres del Paine. Vientos de 40 nudos doblegan un ñire, o haya meridional, a orillas del río Paine. Alimentados por la fusión de los glaciares y las copiosas precipitaciones de nieve y lluvia, los ríos son rápidos e impetuosos, toda una tentación para la producción de energía hidroeléctrica. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Torres del Paine. Visto desde el espacio, el glaciar Grey parece un enorme oso polar que hubiera bajado a beber. En realidad, el Grey pierde agua y está en rápido retroceso. De los 48 glaciares que forman el Campo de Hielo Sur, 46 se están encogiendo a gran velocidad. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Bernardo O’Higgins. En el fiordo Eyre, un pequeño grupo de delfines australes se dirige hacia el frente del glaciar Pío XI. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Bernardo O’Higgins. "Muy confiado", escribió un antiguo observador a propósito del huemul, que no parecía temer a los humanos. Ahora que se encuentra en una situación de peligro. Fotografía de Maria Stenzel

Reserva Nacional Las Guaitecas. El amanecer desciende serenamente sobre el Canal Messier, una de las mayores rutas a través de los fiordos. El clima patagónico puede ser extremo, pero los fiordos son aguas salpicadas y su gran altura ayuda a mantenerlos tranquilos. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Bernardo O’Higgins. Anclado ante la cara del glaciar Pío XI, el barco metálico Endeavor, de 46 pies, es disminuido ante la inmensidad del hielo en esta panorámica. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Bernardo O’Higgins. El Lautaro, un volcán activo (al fondo), se cierne sobre la tortuosa superficie del glaciar Pío XI. Los vastos campos de hielo de Chile figuran entre los más grandes del mundo fuera de las regiones polares. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Bernardo O’Higgins. Un bote de excursión de un crucero se aproxima a la cara de Pío XI. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Bernardo O’Higgins. Una parvada de cormoranes imperiales cruza cara de Pío XI. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Bernardo O’Higgins. Contraste de azul blanquizo con el caliente café mientras el liquen coloniza las rocas olvidadas por la retirada del Glaciar Témpano. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Laguna San Rafael. Los picos de los Andes atraviesan las nubes sobre el Campo de Hielo Norte. Este gélido espacio natural, severo y sublime a la vez, se rige por fuerzas elementales que lo han mantenido, en su mayor parte, como un vacío en los mapas científicos. Fotografía de Maria Stenzel

Parque Nacional Laguna San Rafael. El Iceberg del Glaciar de San Rafael comienza con el rugido del hielo, seguido por una cadena de detonaciones y termina con un ruido como de relámpago. Entre 1871 y 2007, se ha retirado 7 y media millas. Fotografía de Maria Stenzel

Reserva Nacional Las Guaitecas. Las jaulas flotantes albergan salmones criados para la exportación. Los métodos de producción intensiva contaminan el agua y favorecen la propagación de la anemia infecciosa del salmón. Ante la disminución de la producción, la solución que ha adoptado el sector es trasladar los criaderos al sur, donde están los fiordos de aguas más limpias, dejando tras de sí residuos, enfermedades y aguas sin oxígeno. Fotografía de Maria Stenzel

Reserva Nacional Las Guaitecas. Un salmón trata de salir de la red en una granja pesquera en Las Guaitecas. Mientras que la tierra está protegida de desarrollos comerciales, el agua del fiordo no lo está. Fotografía de Maria Stenzel
Fuente: National Geographic 

Cachorros

Focas, elefantes, osos, linces y leopardos. Bellas imágenes de pequeñas criaturas que recién salen al mundo.

Foca pía bebé. Fotografía de Norbert Rosing

Bebé de elefante africano. Fotografía de William Albert Allard

Lince y su cachorro. Fotografía de Norbert Rosing

Osos negros, madre e hijo. Fotografía de Norbert Rosing

Cachorro de leopardo jugando con la cola de su mamá. Fotografía de Beverly Joubert

Cachorro de lince rojo. Fotografía de Hope Ryden

Osa polar y su cachorro. Fotografía de Norbert Rosing

Madre guepardo y sus hijos. Fotografía de Chris Johns

Cachorro de oso negro. Fotografía de Robert Caputo

Cocodrilo rompe el cascarón. Fotografía de Steve Winter

Congelados

Un recorrido por los paisajes más frío de nuestro planeta. Imágenes bellas, frías… que te van a dejar congelado.

Una rama congelada después de una tormenta de hielo. Foto: National Geographic 

Gancho de nieve. Foto: National Geographic 

Patos nadando en un casi congelado Central Park. Foto: National Geographic 

Los árboles, congelándolos uno a uno. Foto: National Geographic 

Glaciar Mendenhall, Alaska. Foto: National Geographic 

Atardecer desde el lago en Georgian Bay, Ontario, Canadá. Foto: National Geographic 

La vida encontró el camino. Foto: National Geographic 

Rastros del frío. Foto: National Geographic 

Paisaje helado. Foto: National Geographic 

Cerco de hielo. Foto: National Geographic 

La gota congelada. Foto: National Geographic 

Nacimiento congelado. Foto: National Geographic 

Simplemente Alaska. Foto: National Geographic 

Parabrisas congelado. Foto: National Geographic 

Después de la tormenta de hielo. Foto: National Geographic