Desprendimiento de hielo en |
"La Antártida está muy lejos, pero la vida del planeta depende de ella. Es el ecosistema que lo regula todo. Su hielo almacena la vida de los últimos 34 millones de años". Así defiende Josep Maria Gili, profesor de Ecología Marina del CSIC y del Instituto de Ciencias del Mar, la importancia del gigantesco continente helado ubicado en los confines del planeta. Una enorme reserva natural que todavía se mantiene semivirgen, al margen de la huella humana.
La ciudad de Barcelona (España) recibe un simposio organizado por el CSIC, con la colaboración de CosmoCaixa, que reúne a 300 expertos, investigadores y científicos de todo el mundo durante los próximos días en unas jornadas en las que desgranarán los resultados de los experimentos y proyectos realizados en los últimos años en el continente blanco. Además, la cumbre (que se celebra cada cuatro años y, por primera vez, en España) coincide con el 25 aniversario de la base Juan Carlos I en la Antártida.
Entre las novedades que se irán desvelando en Cosmocaixa se destaca la capacidad de regeneración de los ecosistemas antárticos, mayor de lo que los científicos creían hasta ahora. Debido al calentamiento global, hace ocho años se desprendieron del continente helado grandes placas de hielo.
Al varar por el mar, estas grandes placas producen un efecto de «barrido» del fondo marino (allí donde más riqueza en términos de biodiversidad se genera, imprescindible para la vida de otras especies), que se vio gravemente afectado por su paso. «Son como bulldozers, arrasan con todo y se llevan las comunidades marinas cultivadas durante millones de años», explica Gili.
Capacidad de regeneración
Algunas de estas placas eran gigantes, de más de 10.000 kilómetros cuadrados. Pues bien: resulta que en menos de una década (8 años), entre un 20% y un 25% de esos fondos se han regenerado. A Gili y sus compañeros investigadores les ha sorprendido esa capacidad de regeneración en un ecosistema donde las condiciones climáticas, de luz, geológicas, etc. son tan extremas.
Se trata, pues, de una buena noticia, aunque Gili ha recordado que el hecho de que la Antártida esté resistiendo de momento los efectos del calentamiento global no significa que en un futuro, si éstos se disparan, pueda seguir haciéndolo. "La capacidad de regeneración depende del entorno, siempre. Es como cuando se quema un bosque. Si se quema una parte y hay árboles alrededor, en unos años se regenera la zona afectada. Si se devasta todo, no hay posibilidad de regeneración".
También se está empezando a producir otro extraño fenómeno ante el progresivo calentamiento: la migración de algunas especies que habitan en la Patagonia o en el sistema magallánico y que «aparentemente están en marcha» hacia la Alta Antártida , como es el caso de centollas, langostinos y camarones, explica el investigador alemán Wolf Arntz.